Lidia Zafra Álvarez

Lidia Zafra

Del café como producto… al café como historia

Aunque no suelo presentarme con títulos ni diplomas, llevo años viviendo (y respirando) café. Más allá de métricas, funnels o estrategias, lo que me mueve es conectar a personas con cafés que realmente cuentan algo. Cafés que despiertan los sentidos, sí, pero también la curiosidad, la memoria, el disfrute.

En Cafés MyWay me encargo del marketing y las ventas, pero si te soy sincera, eso es solo una parte de lo que hago. Lo que más disfruto es el contacto directo con la gente. Escuchar, preguntar, descubrir lo que buscan (aunque a veces ni ellas mismas lo tengan claro) y ayudarles a encontrarlo en un café.

Clientes, comunidad y café con alma

No soy de correos enlatados ni automatizaciones frías. Prefiero una buena charla, un mensaje personalizado, un consejo sincero.

Entrevista a Café Bottrel

Quizás por eso, más que una clientela, lo que tenemos en MyWay es una comunidad. Personas que repiten no solo porque les gusta el café, sino porque sienten que forman parte de algo. Y eso, para mí, es el mejor indicador de que vamos por buen camino.

Cuando no estoy entre campañas o preparando pedidos, suelen encontrarme con la maleta a medio hacer. Me encanta viajar, pero no como turista: voy en busca de nuevos orígenes, fincas pequeñas, procesos curiosos, historias que merezcan ser contadas… y, por supuesto, probadas.

Para mí, cada viaje es una forma de seguir aprendiendo y de traer a casa cafés con alma.

Lidia tostando café

Cada grano, un mundo por descubrir

Además de eso, me apasiona organizar eventos, catas, colaboraciones con otras marcas afines… Me ilusiona crear experiencias que van más allá del producto. Donde el café no es solo una bebida, sino una excusa para conectar, disfrutar y compartir.

No creo en las casualidades. Cada paso que doy en MyWay tiene una intención detrás: ofrecer calidad, contar historias reales y hacer del café una forma de vida. Porque al final, eso es lo que intento transmitir en todo lo que hago: que el buen café (el de verdad) tiene el poder de emocionarnos.

Y si no lo hace… probablemente no sea tu café.

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