Café blanco: ¿existe o es una forma de llamarlo?
¿Café blanco?… Suena interesante, ¿no? Algo suave, quizás con un toque de leche…
¿Y si te dijera que “café blanco” puede ser cualquier cosa? Dependiendo del lugar del mundo en el que estés, podrías acabar con un café con leche, una mezcla rara de especias, ¡o incluso una bebida que ni siquiera tiene café!
Sí, lo has leído bien. El café blanco es como el camaleón del mundo del café: nunca sabes qué te va a tocar. Y eso, es parte de su encanto (o su caos, según cómo lo mires).
¿Te pica la curiosidad?
Pues bien, sigue leyendo porque vamos a desvelar los secretos de esta bebida tan cambiante. Desde Malasia hasta el Líbano, cada país tiene su propia versión, y te aseguro que ninguna se parece a lo que esperabas.
Índice de contenidos
¿Qué es exactamente el café blanco?
Vamos a aclarar algo: no hay un solo tipo de café blanco. En Europa y América del Norte, el término es como ese amigo que cambia de personalidad dependiendo de la gente con la que está.
En el Reino Unido, un café blanco es tan emocionante como un lunes por la mañana: simplemente un café negro con una pizca de leche fría. ¡Guau! Qué emoción, ¿verdad?
Si viajas a EE.UU., ni te molestes en pedirlo. Allí, si mencionas «café blanco», te mirarán como si hubieras pedido un unicornio en taza. Lo más cercano que te servirán es un café con crema, pero con cero fanfarria.
Ahora, si saltas a Europa, la cosa se vuelve aún más divertida. En Italia, por ejemplo, podrías recibir cualquier cosa desde un latte hasta un cappuccino. Y si tienes suerte (o mala suerte, depende de cómo lo veas), en algunas cafeterías te servirán un Flat White, que está mucho más de moda que el mismísimo latte.
Lo divertido es que ninguno de ellos es lo que en realidad se llama «café blanco». ¿Confundido? Bienvenido al club.
Malasia y el Ipoh White Coffee: más que un nombre exótico
Ahora, viajemos a Malasia, donde la historia cambia por completo. Aquí no estamos hablando de un simple toque de leche ni de una espuma perfectamente montada.
El famoso Ipoh White Coffee es un estilo de tueste que data de hace más de un siglo. Y como todas las buenas historias, nació de una adaptación cultural. Los inmigrantes chinos que llegaron a Malasia en el siglo XIX no estaban muy impresionados con el café amargo que los británicos tomaban como si fuera agua bendita, así que decidieron hacer algo al respecto.
¿La solución?
Tostar los granos de café con margarina, azúcar y trigo.
¿El resultado?
Un café dulce y cremoso que no tiene nada que ver con lo que los británicos bebían para impresionar a sus compañeros mineros.
Víctor Leong, un gurú del café en Malasia, nos cuenta el secreto del famoso Ipoh White Coffee. Resulta que el nombre «café blanco» viene del color clarito que adquieren los granos después de tostarse en una mezcla que incluye margarina.
Pero ojo, no se queda ahí: este café no se toma solo, ¡se sirve con leche condensada!
Vamos, es básicamente una bomba de azúcar en vena. Es como si el café hubiera dicho: «Mira, la vida es una 💩 muy amarga, vamos a hacer esto más llevadero».
Yahweh Bayda en el Líbano: cuando el café no es café
Pues si creías que lo habías visto todo en el mundo del café, déjame presentarte al Yahweh Bayda, la versión libanesa del «café blanco», que… sorpresa, ¡no tiene nada de café!
Sí, así como lo lees.
Pides un café y lo que te traen es agua con agua de azahar. ¿Desconcertado? Lo entiendo, pero todo tiene su lógica. Esta bebida es la alternativa perfecta para cuando los anfitriones libaneses quieren ser amables y ofrecer algo después de una buena comida, pero no quieren que te pases la noche en vela por un exceso de cafeína.
Amin Younes, un veterano del café en Beirut, te dirá que el yahweh bayda es la bebida ideal para terminar la noche tranquilito. Nada de cafeína que te mantenga despierto revisando mensajes del trabajo a las tres de la mañana. Solo paz, flores, y una digestión feliz. Es como ese momento en el que decides no abrir el correo del jefe antes de dormir: pura serenidad.
Yemen y el tueste ligero: café con especias, por favor
Y por si esto no fuera lo suficientemente exótico, llegamos a Yemen, donde el café blanco adopta su forma más peculiar.
Aquí, los granos se tuestan de manera tan ligera que apenas cambian de color, pasando de verde a un tono entre amarillo y naranja. Y en lugar de tomarlo solo, lo mezclan con especias, como el famoso hawaij.
¿El resultado? Algo que se parece más a un té especiado que a un café.
Pero no te dejes engañar por su aspecto inocente. Este café, aunque suave y aromático, tiene más cafeína de la que parece. Así que si te ves con una taza de esta maravilla y piensas «qué relajado», prepárate: este café es como un lobo con piel de cordero. Sutil, pero con energía de sobra.
Entonces, ¿qué narices es un café blanco?
A ver, lo que queda claro es que el café blanco es una especie de comodín. Es lo que el barista de turno quiera que sea. En algunos sitios es un café con leche normalito; en otros, es una mezcla tostada con margarina que te transporta a Malasia, y en lugares como el Líbano ni siquiera tiene café. ¡Ni una gota!
Es, sin duda, el camaleón del mundo del café.
Si algún día estás de viaje y se te ocurre pedir un café blanco, asegúrate de saber qué demonios estás pidiendo. Porque podrías terminar descubriendo tu nueva bebida favorita, o podrías quedarte mirando tu taza y preguntándote cómo acabaste con un vaso de agua floral cuando solo querías un buen chute de cafeína. ¡Bienvenido al desconcertante y fascinante mundo del café blanco!