¿Tienes claro qué es el café torrefacto? ¡Te lo explico!
El café torrefacto es un tipo de café único por su proceso de tueste con azúcar, lo que le da un sabor más amargo y un color oscuro característico.
Popular en España, especialmente desde la posguerra, este método permitía conservar el café por más tiempo y mejorar su rendimiento, lo que lo hizo atractivo en épocas de escasez.
Su impacto en el sabor y la salud ha generado controversia, pero hay mucho más sobre este café que seguro que no conoces y que seguro que te sorprende, ya verás…
Índice de contenidos
Proceso de Elaboración del Café Torrefacto

Si alguna vez has visto un café con granos tan oscuros y brillantes que parecen salidos de una película de ciencia ficción, probablemente te has topado con el torrefacto.
Pero no te emociones, no es porque sea un café premium ni porque haya pasado por un ritual secreto de selección… Es porque le han echado azúcar durante el tueste y se ha caramelizado como si fuera el experimento fallido de un flan.
A diferencia del café natural, que se tuesta a lo clásico, manteniendo todos sus matices y aromas, el torrefacto lo cubre todo con una capa de azúcar quemada.
¿Resultado?
Un sabor más amargo y robusto que, aunque a algunos les pueda parecer “intenso”, en realidad es un truco para disimular la calidad regulera de los granos que se usan en el proceso.
Por Qué Se Consume el Café Torrefacto en España
El café torrefacto ha estado en las casas, en los bares y en las sobremesas durante décadas, aunque su fama no siempre ha sido la mejor.
Y no, su éxito no se debe precisamente a su sabor ni a su calidad, sino más bien a la historia y a las circunstancias que marcaron el país en el siglo XX.
Después de la Guerra Civil, España no estaba para muchos lujos. La escasez era la norma, y el café, como tantos otros productos, se convirtió en un bien difícil de conseguir. Fue en ese contexto cuando apareció el torrefacto, no como una mejora, sino como una solución de supervivencia.
¿El objetivo? Hacer que el café durara más, rindiera mejor y, de paso, disimular la calidad justita de los granos disponibles.
✅ Duraba más tiempo. La capa de azúcar caramelizado que envuelve los granos actúa como barrera contra el oxígeno y la humedad, alargando su vida útil. En una época donde conservar los alimentos era clave, esto era una ventaja enorme.
✅ Rendía más. Al añadir azúcar durante el tueste, los granos ganaban peso. ¿El resultado? Más cantidad de café con la misma materia prima. En tiempos de austeridad, esto lo hacía una opción muy atractiva, permitiendo vender más café por menos dinero.
✅ Sabor fuerte que disimula la calidad: La caramelización del azúcar genera un café más amargo y robusto, lo que ayudaba a ocultar la baja calidad de los granos. Y en un momento donde lo importante era tener algo que beber, más que su sabor, esto funcionaba a la perfección.
Hoy en día, las cosas han cambiado y España ya no enfrenta esas dificultades económicas. Sin embargo, el café torrefacto sigue presente en muchas casas y cafeterías, más por costumbre que por necesidad.
Su sabor fuerte y amargo se ha convertido en parte de la tradición, y para muchos, es el café «de toda la vida». Aun así, su consumo ha bajado en comparación con décadas pasadas. Cada vez más personas son conscientes de que este tipo de café afecta tanto al sabor como a la salud, y se han ido inclinando por opciones de mayor calidad.
¿Es Malo para la Salud el Café Torrefacto?
Mira, no es que queramos asustarte, pero el café torrefacto tiene más misterios que beneficios.
Si alguna vez te has preguntado por qué sabe tan fuerte y amargo, la respuesta está en su proceso de tueste, que no solo afecta al sabor, sino que también puede tener consecuencias para la salud.
El azúcar caramelizado: más truco que ventaja
Para entender el torrefacto, imagina que en vez de tostar los granos de café de forma natural, les echan azúcar durante el proceso.
Por eso, cada grano termina con una capa de caramelo quemado que lo hace más oscuro y brillante, casi como si fuera un truco visual para que parezca más atractivo. Pero esta capa no solo altera el sabor (por no decir que lo convierte en un directo al paladar sin previo aviso), sino que también genera productos de glicación avanzada (AGEs), unos compuestos que, cuando se consumen en exceso, no son precisamente los mejores aliados para tu cuerpo, ya que están relacionados con inflamación y otros efectos no muy deseables.
Y sí, el café torrefacto no es un postre ni está cargado de azúcar como una tarta de cumpleaños, pero ahí sigue, sumando su granito de arena. Si estás intentando reducir tu consumo de azúcar, puede que ni siquiera te des cuenta de que lo estás bebiendo a diario.
¿Y la calidad del grano? Bueno… mejor no preguntar demasiado.
Otro detalle que no se suele mencionar mucho es que el torrefacto no se hace precisamente con los mejores granos del mundo.
¿Para qué usar café de calidad si el azúcar quemado ya va a tapar todos los defectos?
Este truco permite utilizar granos que, de otra forma, nadie compraría. Y claro, al enmascarar el sabor, también se pierden muchos de los antioxidantes y beneficios que tiene un buen café natural.
En otras palabras, si te gusta el café no solo por la cafeína sino también por sus propiedades, con el torrefacto te estás perdiendo lo mejor de él.
Café y digestión: no todo el mundo lo lleva bien
Si alguna vez has sentido que el café te cae como un ladrillo en el estómago, puede que el torrefacto tenga algo que ver.
Su tueste extremo combinado con granos de menor calidad hace que sea más ácido y agresivo para el sistema digestivo. Así que si eres de los que tienen el estómago delicado, tal vez sea buena idea optar por un café natural y evitar experimentos con azúcar quemada.
El Café Mezcla: Un intento de mejorar el sabor sin olvidar la economía
Para quienes no quieren renunciar del todo al torrefacto pero tampoco están listos para beber carbón líquido, existe el famoso café mezcla. Se trata de combinar café natural con torrefacto para encontrar un punto medio entre intensidad y sabor.
La clave está en la proporción: si la mezcla tiene más café natural, el resultado será un café con más matices y menos amargor. Si, en cambio, predomina el torrefacto, seguirá siendo un café fuerte y áspero.
En definitiva, el café torrefacto sigue teniendo su público, pero si realmente quieres disfrutar del café como se debe, sin amargores forzados ni trucos de tueste, lo mejor es apostar por un buen café natural. Al final, el café debería saber a café, no a azúcar quemado.
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¿Entonces que hacemos con el torrefacto?
No hay duda de que su sabor fuerte y su cuerpo denso tienen su público, y durante años fue una solución práctica en tiempos donde el café escaseaba.
Pero claro, ahora que no vivimos en una época de racionamiento, hay que preguntarse: ¿sigue teniendo sentido beberlo?
Si te gusta un café potente, sin sutilezas y con un punto de nostalgia, adelante, el torrefacto puede ser para ti. Sin embargo, es importante saber qué implica su proceso de tueste con azúcar: no solo tapa los defectos del grano, sino que también puede generar compuestos que no son precisamente los mejores para la salud. Además, esa intensidad que algunos adoran no es más que un disfraz para cubrir un café de menor calidad.
Al final, la decisión es tuya. Pero si lo que buscas es un café que realmente sepa a café, con todos sus matices intactos y sin trucos añadidos, lo mejor es optar por un buen café natural. Yo pienso que la vida ya es lo suficientemente complicada como para beber un café que viene con letra pequeña.