El Café me da sueño, ¿Es posible?
¿Te has tomado alguna vez ese ansiado café mañanero esperando te de una explosión de energía y, en cambio, te has encontrado bostezando y con más ganas de arrastrar los pies que de saltar?
Pues si, aunque el café es casi sinónimo de estar despierto y activo, para algunos, su efecto puede ser totalmente contrario.
Vamos a ver qué está pasando con ese café “traidor” que te deja bostezando, arrastrando los pies y pensando si lo que necesitas realmente es otro café o un sofá cercano.
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¿Qué hace la cafeína en nuestro cuerpo?
En teoría, la cafeína debería darle una buena patada a la adenosina (la sustancia que nos da sueño), bloqueando esos receptores en el cerebro y dejándonos como nuevos.
Pero claro, de teoría a realidad… Resulta que cada persona es un mundo, y lo que a muchos los deja listos para conquistar el día, a otros nos manda de vuelta a la cama.
Entre la tolerancia personal, la sensibilidad a la cafeína y hasta los genes, hay una gran variabilidad en el efecto que produce a cada persona, por lo que el café puede ser un aliado o un traidor en el momento de mayor necesidad.
Aunque no te haga efecto, estás tomando cafeína, y un exceso puede ser perjudicial.
¿Alguna vez has calculado la cantidad de cafeína que tomas y si estás en los límites aceptables? Te aconsejo que al menos una vez lo compruebes con esta calculadora.
El misterio del café y el sueño (sí, es una paradoja)
Para algunas personas, la reacción al café puede ser exactamente la opuesta a la esperada. Aunque la cafeína inicialmente disminuye la somnolencia, su efecto puede desvanecerse rápidamente en personas con alta tolerancia… un subidón fugaz seguido de un bajón peor que el anterior.
Esta especie de “rebote” de cansancio nos deja en peor estado que antes de tomarlo. Y ojo, no es solo que el efecto se pase rápido: la cafeína también dispara la producción de adrenalina y cortisol, así que nuestro cuerpo está en modo «alerta máxima» demasiado tiempo.
Al final, en lugar de energía, lo que tenemos es agotamiento acumulado.
La tolerancia, o cómo el café te pide cada vez más
El cuerpo humano es una máquina de adaptarse, eso nos ha permitido sobrevivir, pero en algunos aspectos puede suponer un problema.
Si tomas café cada día, tus receptores de adenosina empiezan a multiplicarse, como quien abre más ventanas para que entre menos ruido.
Así que con el tiempo necesitas más y más cafeína para que el efecto se note, y cuando esto pasa… ¡sorpresa! La somnolencia es más intensa que nunca. Vamos, que el café se convierte en un ciclo de más y más para sentir menos y menos.
¿Qué pasa si el café me da sueño? Alternativas para mantener la alerta
Si ya estás en la fase en la que cada trago de café te da más ganas de acostarte, igual es hora de probar otras opciones. Aquí van algunas ideas para mantenerte despierto sin depender de la “trampa” del café:
Sal al sol: Un poco de luz natural ayuda a que el cerebro entienda que es hora de espabilar. De paso, haces un favor a tu reloj biológico.
Haz ejercicio: Parece de broma, pero un paseo rápido o unos minutos de ejercicio suave te despiertan mejor que una café cargado. Además, el movimiento ayuda a circular mejor la sangre y, de paso, te pone de buen humor.
Prueba con siestas cortas: Una cabezadita de 10 a 20 minutos recarga las pilas sin dejarte atontado. Lo justo para resetear sin caer en el “sueño profundo” que te deja peor.
Divide tu tiempo con descansos: Organiza el trabajo en bloques cortos, como la técnica Pomodoro (trabajas 25 minutos, descansas 5). Te mantiene con energía sin necesitar un chute de cafeína cada hora.
Una relación saludable con el café… o cómo no dejar que te gane
El café tiene su encanto y sus beneficios, pero como todo, la clave está en saber cuándo parar.
Si te encuentras más dormido que despierto después de tu café, tal vez es momento de reducir la dosis o probar otros métodos para mantener la energía.
Piensa que el café debería ser un placer y no una trampa de somnolencia.
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Fuentes consultadas
Fredholm, B. B., Bättig, K., Holmén, J., Nehlig, A., & Zvartau, E. E. (1999). Actions of caffeine in the brain with special reference to factors that contribute to its widespread use. Este estudio da una mirada profunda a cómo la cafeína actúa en el cerebro, desde su capacidad para bloquear la adenosina (la culpable de nuestro cansancio) hasta por qué todos acabamos recurriendo a ella.
James, J. E. (1998). Acute and chronic effects of caffeine on performance, mood, headache, and sleep. Aquí se exploran los efectos de la cafeína tanto a corto como a largo plazo, desde el subidón inicial hasta cómo la tolerancia puede volverse en nuestra contra, haciéndonos sentir más cansados y hasta con dolor de cabeza.
Juliano, L. M., & Griffiths, R. R. (2004). A critical review of caffeine withdrawal: empirical validation of symptoms and signs, incidence, severity, and associated features. Un análisis sobre el temido “bajón” de la cafeína y los síntomas de abstinencia, como la fatiga y la somnolencia, que aparecen cuando intentamos reducir el consumo.
Nehlig, A. (2010). Is caffeine a cognitive enhancer? Este estudio explora si la cafeína realmente mejora nuestras capacidades mentales y cómo puede tener efectos inesperados en diferentes personas.
Landolt, H.-P. (2008). Genotype-dependent differences in sleep, vigilance, and response to stimulants. Un estudio que nos muestra cómo nuestras diferencias genéticas pueden afectar cómo reaccionamos a la cafeína y otros estimulantes.
Becker, A. B., & Hale, B. (2009). The effects of sleep deprivation on caffeine consumption. Analiza cómo la falta de sueño nos lleva a consumir más cafeína y qué impacto tiene eso en nuestra salud general.