Cold Brew: ¿En qué consiste este método de café infusionado en frío?

Si crees que el Cold Brew es solo café con hielo, tenemos que hablar.

Este método de extracción en frío lleva siglos en el mundo del café, pero en los últimos años ha conquistado cafeterías y neveras de medio planeta. Menos acidez, más dulzura y una patada de cafeína que puede sorprenderte… ¿suena bien, verdad?

Pero, ¿qué tiene este café que lo hace diferente? ¿Realmente sabe mejor o es solo otra moda más?

Vamos a descubrir qué es el Cold Brew, cómo se prepara y si de verdad vale la pena. Porque una cosa está clara, hacerlo bien tiene su truco.

¿Qué es el café Cold Brew y por qué todo el mundo habla de él?

haciendo Cold Brew

El Cold Brew no es solo café frío, es café con paciencia. En vez de echar agua caliente y esperar unos segundos, aquí el café molido se sumerge en agua fría durante 12 a 24 horas.

Lo bueno de este método es que el calor no entra en la ecuación, así que el café no saca su lado más amargo ni ácido, sino que se vuelve más suave, dulce y fácil de beber.

Es el tipo de café que puedes tomar solo, con leche, en cócteles o incluso en recetas.

No es un invento moderno, aunque en los últimos años se ha convertido en el niño mimado de las cafeterías de especialidad. Su historia se remonta siglos atrás, con versiones que van desde los marineros holandeses que lo preparaban para sus largos viajes hasta el refinado Kyoto Coffee japonés del siglo XVII. Así que no, no es solo un capricho hipster, aunque su estética de laboratorio científico ayude.

Lo mejor de todo es que puedes hacerlo en casa sin equipos raros ni habilidades de barista. Solo necesitas café, agua y paciencia (sí, lo repetimos porque de verdad la vas a necesitar).

Pero créenos, vale la pena la espera.

Cold Brew vs. Café con Hielo: No, no son lo mismo (aunque te lo hayan vendido así)

Café con hielo

A ver, lo primero es aclarar un error muy común: Cold Brew no es simplemente café con hielo. Así que si alguna vez te han dado un espresso aguado con dos cubitos de hielo cuando pediste un Cold Brew, deberías replantearte tus decisiones cafeteras (o la de tu barista).

¿En qué se diferencian?

El proceso: El café con hielo es un café caliente que se enfría a la fuerza con hielo. El Cold Brew, en cambio, es un café que nunca ha conocido el calor, porque se infusiona lentamente en agua fría durante 12 a 24 horas.

El sabor: El café con hielo puede volverse amargo y ácido por el choque térmico. El Cold Brew es como la versión zen del café: menos acidez, más dulzor natural y cero necesidad de cargarlo de azúcar para que sea bebible.

La cafeína: El Cold Brew tiene más cafeína, porque pasa más tiempo en contacto con el agua. Así que si necesitas despertar hasta el alma, ya sabes cuál elegir.

La versatilidad: Con el café con hielo puedes hacer lo justo: ponerle leche y ya. El Cold Brew es un camaleón: va con leche, con tónica, en cócteles, en postres… básicamente, hace todo lo que el café con hielo no puede.

¿Cómo hacer un Cold Brew en casa?

Hacer un Cold Brew en casa no es complicado. No necesitas un máster en química ni equipo de laboratorio, solo café, agua y un poco de paciencia (sí, esa que usas para no gritar cuando alguien mastica con la boca abierta).

El proceso es simple: moler el café grueso, mezclarlo con agua fría y esperar. Y cuando digo esperar, me refiero a 12-24 horas de infusión. Sí, es más lento que una conexión Wi-Fi en un aeropuerto, pero el resultado vale la pena.

Paso a paso fácil:

  1. Elige un buen café. No uses cualquier cosa que parezca polvo de construcción. Un café de especialidad recién molido es clave.
  2. Muele en grueso. Piensa en sal gruesa, no en arena de la playa (nadie quiere café con textura de lija).
  3. Mezcla café y agua. Usa una proporción estándar de 1:8 (por ejemplo, 100 g de café por 800 ml de agua).
  4. Déjalo reposar. En la nevera o a temperatura ambiente, pero sin moverlo. Mínimo 12 horas, idealmente 18-24.
  5. Filtra bien. Usa un filtro de tela, papel o una prensa francesa. Lo que quieras, pero sin dejar posos flotando, a menos que te guste masticar el café.

Y listo. Ahora solo te queda decidir cómo tomarlo: solo, con leche, con hielo, con un chorrito de sirope… o directamente en vena (bueno, eso último no, por favor).

¿Cómo saber si tu Cold Brew está bien hecho (o si acabas de crear un experimento fallido)?

Preparando Cold Brew

Si después de 12-24 horas de paciencia te sirves un vaso y el resultado te hace cuestionarte todas tus decisiones de vida, algo ha salido mal. Un buen Cold Brew debe ser suave, equilibrado y sin amargor excesivo, con notas dulces y achocolatadas. Si el tuyo sabe a agua de calcetín viejo, toca hacer ajustes.

Errores comunes y cómo arreglarlos:

🔸 Sabe demasiado amargo: Probablemente lo dejaste infusionando más de la cuenta o usaste un café con un tueste demasiado oscuro. Prueba reduciendo el tiempo de infusión o usando un café más afrutado.

🔸 Es demasiado ácido: Puede ser que el café no era el adecuado o que la molienda era muy fina. Para la próxima, prueba con un molido más grueso y un tueste medio.

🔸 Está aguado y sin gracia: Esto puede pasar si usaste demasiada agua o poco café. La proporción 1:8 suele funcionar bien, pero si quieres más potencia, ajusta a 1:6 y prueba.

🔸 Tiene posos flotando: Filtraste mal. Usa un filtro de papel o una tela más fina, porque si te encuentras trozos de café al beber, algo salió mal (a menos que te guste el café “masticable”, claro).

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¿De dónde viene el Cold Brew? Más viejo de lo que crees

Si pensabas que el Cold Brew era un invento hipster reciente, agárrate. Este método de extracción en frío lleva siglos existiendo, aunque no siempre con el mismo nombre ni la misma intención.

La historia nos lleva hasta el siglo XVII, cuando los comerciantes holandeses, en sus largos viajes por mar, necesitaban una forma práctica de preparar café sin depender de fuego o equipos pesados. Así que comenzaron a infusionarlo en frío y transportarlo en grandes barriles.

¿El resultado?

Un café que aguantaba días sin echarse a perder y que además se podía beber frío sin que pareciera un castigo.

haciendo Cold Brew

Pero fueron los japoneses quienes convirtieron este método en algo más sofisticado con el Kyoto Coffee, un sistema de goteo lento que, además de extraer un café suave y delicado, se veía increíble al prepararse.

Si los japoneses hacen algo, lo hacen con estilo.

Ya en tiempos más recientes, el Cold Brew se volvió un boom en Occidente, sobre todo cuando el químico Todd Simpson inventó en los años 60 el Toddy Cold Brew System, un método casero para preparar café en frío sin complicaciones.

Desde entonces, se ha convertido en el favorito de quienes buscan un café menos ácido, más suave y refrescante, especialmente en los días calurosos o para quienes sienten que el espresso los mira feo cada mañana.

🤚 Si quieres hacer un Cold Brew muy TOP asegúrate de que el café que uses sea de calidad. Mi consejo, prueba un café de especialidad.

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¿Cómo afecta la extracción en frío al sabor?

Como se extrae en frío desde el principio, la química del café cambia por completo. Nada de agresividad ni acidez que te haga fruncir el ceño. Al no someterse al calor, se liberan menos compuestos amargos y ácidos, lo que da como resultado una bebida más dulce, suave y fácil de beber.

La magia está en el tiempo. Mientras que con agua caliente los sabores se extraen a toda velocidad (junto con algunos que sería mejor dejar ahí), en el Cold Brew todo sucede lentamente, como un domingo sin prisas.

Esto permite que salgan más notas achocolatadas y caramelizadas, en lugar de ese golpe ácido que a veces parece un castigo en vez de una experiencia placentera.

Por eso, si buscas un café con cuerpo, menos ácido y con un dulzor natural, el Cold Brew te va a encantar. Además, su sabor se mantiene estable durante días. Así que puedes prepararlo con antelación y disfrutarlo sin preocuparte de que termine oliendo a abandono, como ese espresso que lleva media hora en la mesa y ya nadie quiere tocar.

¿El Cold Brew tiene más cafeína?

Si alguna vez te has tomado un Cold Brew y has sentido que podías limpiar la casa, aprender un idioma y resolver tu vida en cuestión de horas, tranquilo, no eres un superhumano (ojalá). Es la cafeína haciendo de las suyas.

Al infusionarse durante horas y horas (más paciente que tú esperando una respuesta a un mensaje), extrae más cafeína que un café preparado en caliente.

💡¿DEMASIADA CAFEÍNA?

El café es saludable, pero un exceso de cafeína puede ser perjudicial.

¿Alguna vez has calculado la cantidad de cafeína que tomas y si estás en los límites aceptables? Te aconsejo que al menos una vez lo compruebes con esta calculadora.

adicción a la cafeina

Este café se suele hacer en formato concentrado, que luego puedes diluir con agua, leche o lo que se te antoje.

Si lo bebes tal cual, sí, probablemente sentirás que podrías despertar a un oso en plena hibernación. Pero si lo rebajas un poco, sigue siendo un chute de energía sin necesidad de considerar mudarte a Marte para canalizar la hiperactividad.

Tiene más cafeína que un café normal, pero tú decides cuánta adrenalina quieres en tu día

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