Personajes Históricos y Famosos amantes del Café
El café no es solo esa bebida que nos acompaña cada mañana o en los momentos clave del día. ¡No! También ha sido el mejor aliado de algunos de los personajes más importantes de la historia.
Escritores, filósofos, líderes… Todos compartían algo más que su brillantez: un amor desmedido por el café. Y vaya si lo disfrutaban.
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Voltaire: El Filósofo que Vivía a Base de Café
«Claro que el café es un veneno lento; hace cuarenta años que lo bebo.» — Voltaire.
Si Voltaire viviera hoy, sería de esos que está pegado a la cafetera. Este gran pensador de la Ilustración bebía entre 40 y 50 tazas de café al día. ¡Casi nada!
Bueno, quizás no eran tan fuertes como los que bebemos hoy, pero el hombre llegó a los 84 años, lo que no está nada mal para su época. Tal vez su secreto de longevidad no eran las filosofías profundas, sino el café a raudales.
También era un habitual en los cafés de París, como el famoso Café Le Procope, donde los intelectuales del momento se reunían para debatir y, claro, tomarse un buen café.
Johann Sebastian Bach: El Compositor y su «Cantata del Café»
Este genio de la música no solo nos dejó obras maestras, sino que le dedicó una cantata al café.
Sí, así de importante era para él. En la Cantata del Café (BWV 211), Bach cuenta la historia de una joven que no puede vivir sin su taza de café, algo con lo que seguramente muchos nos podemos identificar.
Así que, cuando escuches sus composiciones, recuerda que es muy probable que el café estuviera ahí, ayudando a inspirarlo.
Beethoven: Meticuloso en la Música… y en el Café
Si alguna vez te has puesto exigente contando cucharadas de café, no te sientas raro. Beethoven contaba exactamente 60 granos de café por taza.
¿Perfeccionista? ¡Totalmente! Pero si hacía música que ha sobrevivido siglos, algo bueno tendría que salir de esa obsesión.
Para él, la precisión no solo estaba en las partituras, sino también en su taza. Así que, la próxima vez que te prepares un café, podrías rendirle homenaje midiendo los granos como lo hacía el maestro.
Napoleón Bonaparte: Café para la Conquista
Napoleón, aparte de conquistar medio mundo, también tenía una relación intensa con el café. «El café fuerte me resucita», decía el emperador.
Lo necesitaba para mantenerse alerta, incluso en sus peores momentos, como en el exilio en Santa Elena. Ahí, en medio de la nada, el café era su consuelo.
Además, ofrecía recompensas a quienes inventaran métodos para transportar grandes cantidades de esta bebida. ¡Vamos, que lo suyo con el café era tan serio como sus campañas militares!
Theodore Roosevelt: El Presidente que Vivía a base de Café
Si crees que te pasas con el café, espera a escuchar esto: Theodore Roosevelt bebía un galón de café al día.
Sí, un galón, algo así como casi 4 litros. Se decía que, cuando lo pedía, solía decir: «¡Que sea tan fuerte como Bully!».
Lo curioso es que atribuía parte de su energía y vigor a su consumo desmedido de café. Así que, si alguna vez te sientes culpable por beber otra taza más, recuerda que Roosevelt lo hacía mucho peor… y le fue bastante bien, ¿no?
Honoré de Balzac: Un Escritor que No Dormía
«Si no fuera por el café, uno no podría escribir, es decir, no podría vivir.» — Balzac.
Balzac es otro que llevó su amor por el café a niveles casi de locura. Este escritor francés, famoso por su monumental obra La Comedia Humana, podía beber hasta 50 tazas de café al día.
El hombre escribía durante largas noches, y no lo hubiera conseguido sin su dosis constante de cafeína. En su ensayo «Sobre el café», describía cómo sentía que su cuerpo se despertaba con cada sorbo, como si el café fuera el comandante de sus ideas.
Vamos, que si no hubiera sido por el café, tal vez hoy no conoceríamos tantas de sus obras.
Al final del día, estos personajes, tan diferentes entre sí, compartían algo más que su impacto en el mundo: un amor incondicional por el café.
Desde Beethoven contando granos hasta Balzac con su insaciable sed de cafeína, todos ellos demostraron que el café es más que una simple bebida.
Es un potente combustible para la mente, el cuerpo y, sobre todo, la creatividad. Así que la próxima vez que te prepares una taza, ya sabes que estás siguiendo una larga tradición de grandes mentes que encontraron en el café su fuente de inspiración.