Café de especialidad sostenible

CERTIFICACION RAINFOREST


Las certificaciones han cambiado la forma en que se produce y se vende el café. Para algunos productores, significan acceso a mejores mercados; para otros, una carga de costos y burocracia sin garantía de beneficios reales.

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Lo que necesitas saber sobre las certificaciones del café

Las certificaciones prometen sostenibilidad, comercio justo y calidad, pero no siempre garantizan mejores precios para los productores ni beneficios claros para los consumidores.

Entonces, ¿sirve de algo o es solo un requisito más en la industria?

Lidia Zafra catando cafés de especialidad Myway

Certificación vs. Sello: No son lo mismo

No todo lo que brilla es oro, y no todo sello en un paquete de café es una certificación real.

Los sellos son símbolos visibles en el empaque, mientras que la certificación es el proceso detrás de ellos.

Un sello indica que el café cumple con ciertos estándares, pero para obtenerlo, el productor debe pasar por auditorías, cumplir normativas y asumir costos. No todos los sellos requieren certificación oficial, ya que algunas marcas crean sus propios estándares sin regulación externa.

Si ves un café con un sello llamativo, no te quedes solo con la imagen: lo importante es saber quién certifica y qué significa realmente.

Tipos de certificaciones de café y qué significan (sin tanto cuento)

Lo cierto es que no todas las certificaciones garantizan lo mismo y, a veces, esas etiquetas que parecen sinónimo de calidad o comercio justo no son tan claras como nos gustaría creer.

🔹 Las ecológicas: Sellos como Rainforest Alliance, UTZ o Bird Friendly prometen que el café se cultiva con prácticas sostenibles, protegiendo bosques y biodiversidad. Ahora, ¿esto significa que el café sabe mejor? No necesariamente. Puedes estar ayudando al planeta, pero la calidad sigue siendo un misterio.

🔹 El comercio justo: Fair Trade suena bonito en teoría: precios más justos para los productores, mejores condiciones… pero en la práctica, muchos caficultores siguen recibiendo pagos que apenas cubren sus costos. Es mejor que nada, pero no es la panacea.

🔹 Las de origen: Café de Colombia, Blue Mountain, Tarrazú… Estos sellos garantizan que el café viene de una región específica y tiene ciertas características únicas. Aquí, al menos, puedes estar seguro de que el grano tiene identidad y no es un popurrí de cosechas anónimas.

🔹 Las privadas: Starbucks C.A.F.E. Practices, Nespresso AAA… Estas certificaciones han sido creadas por grandes marcas como un sistema de control para sus proveedores. No están reguladas por organismos externos, así que, básicamente, se rigen por sus propias reglas.

¿Vale la pena certificar un café?

café Typica

Si producir café ya es complicado, meterle una certificación lo lleva a otro nivel. En teoría, un sello debería significar mejores precios y acceso a mercados premium. En la práctica, la historia no es tan bonita.

Para empezar, los costos son altos. Obtener un sello puede costar miles de euros entre auditorías, infraestructura y procesos. Y no es un pago único: cada año hay que renovar la certificación, lo que significa más gastos.

Luego está la gran incógnita: ¿realmente garantiza un mejor precio?

En muchos casos, no. Aunque algunos compradores están dispuestos a pagar más, hay toneladas de café certificado que terminan vendiéndose al mismo precio que cualquier otro. Es decir, el productor asume el gasto, pero la recompensa no siempre llega.

¿Entonces, por qué certificarse? Para algunos caficultores, entrar en estos mercados es la única forma de vender fuera del circuito tradicional y diferenciarse. Pero si no hay un comprador asegurado que pague el sobreprecio, el sello se convierte más en una carga que en una ventaja.

Retos y realidades del café certificado

Si certificar un café fuera garantía de éxito, todos los productores lo harían. Pero la realidad es otra: no todos pueden permitírselo y, los que lo logran, no siempre ven los beneficios esperados.

El primer problema es el dinero. La certificación no es gratis, y aunque las cooperativas ayudan a reducir costos, muchos pequeños caficultores simplemente no pueden asumirlos. Para colmo, algunos sellos exigen cambios en la finca que significan más inversión.

Luego viene el mercado. Más del 40% del café mundial cumple con algún estándar de certificación, pero no todo se vende a precio diferenciado. Es decir, un productor puede cumplir con todos los requisitos, pagar la certificación y, aun así, terminar vendiendo su café al mismo precio de siempre.

También está el problema de la burocracia. Las auditorías son estrictas, las reglas cambian y mantener un sello es un proceso constante de papeleo y controles. Para un pequeño caficultor, esto puede convertirse en una carga más que en una oportunidad.