Ambientadores con olor a café: Así usan el marketing Olfativo para que compres

No sé si te habrá pasado alguna vez. A mí sí, y por lo que he investigado no soy el único.
Te pongo en situación: Vas en coche y a mitad de camino te paras a echar gasolina. No tienes hambre, ni sueño… ni necesidad de café. Pero de repente… te llega el olor.
Café. Recién hecho… o eso parece.
Y lo siguiente que sabes es que estás en la cola, con un vaso en la mano, preguntándote cómo has llegado hasta ahí. Quizás no te haya pasado en una gasolinera, pero sí en una cafetería de centro comercial.
No es casualidad, es estrategia con nombre y apellidos: marketing olfativo.
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Índice de contenidos
¿Qué es el Marketing Olfativo?
Aunque suene a cosa de gurús con camiseta negra y micro en la oreja, la verdad es que funciona como un reloj suizo. Se trata de utilizar aromas específicos para influir en el comportamiento del consumidor y generar una respuesta emocional.
Y las grandes marcas lo saben y lo explotan:
- Exxon instaló sistemas para difundir aroma a café en sus gasolineras (y las ventas de café se dispararon).
- Starbucks llegó a reformular sus bocadillos de queso porque al calentarlos tapaban el olor a espresso de la tienda.
- Dunkin’ llenó autobuses en Corea con un aroma sincronizado a su anuncio de radio.
La ciencia: ¿Por qué el olor a café nos atrapa tanto?
Resulta que tu nariz tiene línea directa con la parte del cerebro que maneja emociones y recuerdos (el sistema límbico). Sin filtros ni rodeos.
El café lo tenemos asociado a todo lo bueno: mañanas tranquilas, charlas con amigos, es eso que te reconcilia con la humanidad. Oler café activa todo eso, aunque no haya taza delante, aunque sea aroma artificial.
El experimento del «Efecto Placebo» olfativo
De hecho, hay un estudio bastante curioso: a un grupo de personas les hicieron oler café durante cinco minutos (sin beberlo). A otro grupo, nada especial.
¿El resultado?
Los del grupo del café estaban más despiertos, tenían mayor capacidad de atención y recordaban mejor las cosas… y todo eso sin probar una sola gota de cafeína. Solo con olerlo, el cerebro ya se «pone las pilas».
Aroma artificial vs. Aroma natural

Ahora bien, hay una gran diferencia entre el aroma químico (pirazinas sintéticas que imitan el tostado) y el aroma natural de un café de especialidad.
El olor del café real es volátil y complejo. Se produce cuando, al moler el grano, se liberan cientos de compuestos atrapados en las celdas del tueste. Es un aroma que evoluciona: huele a flor, luego a fruto seco, luego a chocolate…
El ambientador de la gasolinera es plano y siempre huele igual. Tu cerebro lo detecta rápido, pero el café de especialidad te invita a descubrir matices.
La paradoja de las galletas
¿Sabes qué es lo más loco de todo esto?
En un experimento realizado en una cafetería de Estocolmo, probaron a poner aroma a galletas recién horneadas en vez de café. ¿Y qué pasó? Que las ventas de café subieron más que cuando la tienda olía a café.
¿Por qué? Porque el olor a café en una cafetería se da por hecho, pero el olor a comida activa el hambre y la necesidad de «acompañar» ese olor con una bebida caliente. Tu nariz decide antes que tú.
Así que no, no eres débil por caer en la tentación. Solo eres humano.
Conclusión: ¿Sigue funcionando el truco?
Termino con una pregunta directa: Ahora que ya has olido (y probado) un café de especialidad recién tostado, ¿Sigue atrayéndote ese olor genérico a “café” en la gasolinera?
Yo, sinceramente, cada vez tomo menos café fuera de casa. Ni aunque me atraigan con aroma artificial. Porque una vez que pruebas el café de especialidad… no hay vuelta atrás.
Sergio Robles
Buscador de aromas auténticos, no de spray.